28 noviembre, 2009

¡Del terror del olvido, de la puta memoria!


Son las 5:15 am, hora irrisoria para los que tienen como animo y trabajo la escritura. He de confesarme en más de 48 horas de insomnio placentero, de noctambuleo constante a causa de mi pasmosa inclinación-obsecion por la lectura y el arte general, de la maravilla de la creación a base de palabras, de la imagenes que se lanzan a mi retina, coloreadas, con la sola unión de simbolos impresos;
como resulta obvio, me surgen innumerables de ideas, el pensamiento se agudiza y encuentro oscuridad (Bienaventurada oscuridad!) que nace de la constante formulación de preguntas espiraladas, que se acumulo sin respuesta, peso a la existencia, decido ingenua poner poner papelitos ensarzados, artimañas triviales para la acumulación de tiempo y de ahí nace el terror, mi frio puñal de dedos pulsantes, de mente pulsante, de cuerpo pulsante, la lucha desigual con mi memoria, musa maltita, puta coqueta, le digo, y me muestra seductora los pechos del recuerdo, sus lubricas aguas apacibles, que al cruzar la calle ya tendrá otro amor-recuerdo y como toda buena puta sabrá no tener remordimientos; porque de ahí nace la crueldad, del puto beso que bien le da un uno, bien le da el otro.

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