22 febrero, 2010

Diálogo de dos extranjeros que toman café en un salón de Berkeley

WILLIAM OSPINA


― ¿Es verdad, señor Einstein, que ustedes, los científicos, creen en un mundo fuera de la conciencia humana?
― Hay una realidad más allá de nosotros. Toda verdad humana sólo deriva de ella.
― Ah, no diga usted eso. Yo sólo puedo hablar de lo que he percibido.
― Señor Tagore, escúcheme: la suma de los ángulos interiores de un triángulo sería igual a dos rectos aunque no hubiese humanos.
― ¿Y quién puede probar semejantes supuesto?
― La razón, pues sus leyes imperan para todos. Budistas, musulmanes, pielesrojas, albinos… nadie puede evadir los axiomas del mundo.
― Sólo porque aquí hay hombres son verdad esas cosas.
― ¿Afirma usted entonces que si no hubiera humano, el Apolo de Belvedere dejaría de ser bello?
― Sí, señor, eso digo.
― Pues yo pienso otra cosa. Aunque todos muriéramos, y el sueño de la especie se borrara, fuera de nuestras mentes persistiría el mundo, y el mármol, ya invisible, guardaría su belleza.
― Entonces, señor Einstein, usted es mucho más religioso que yo.

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